Normal
0
21
false
false
false
MicrosoftInternetExplorer4
Los cuatro habían llegado a Santiago de Chile muy temprano. Tenían mucho que
hacer por eso habían tomado el primer avión que partió de Buenos Aires hacia
allá. En el aeropuerto rentaron un auto y se dirigieron inmediatamente a
Zapallar.
Aunque
ninguno de ellos tenía menos de cincuenta años parecían cuatro adolescentes en
busca de aventuras. Estaban tan entusiasmados y ansiosos por empezar la nueva
vida que se habían propuesto poco tiempo atrás, que no querían perder ni
siquiera un minuto para que este comienzo se pusiera en práctica.
Lo
primero que tenían que hacer era ir a las inmobiliarias para alquilar sus
viviendas. Ya habían estado en contacto con algunas por Internet pero no
quisieron tomar una decisión definitiva hasta ver las propiedades
personalmente.
Eso
les llevaría una buena parte de la tarde a no ser que la primer propiedad que
fueran a ver les resultara de su total agrado, cosa que dudaban porque todos se
habían cuestionado no tomar ninguna decisión repentina, por lo que suponían de
antemano que no se decidirían por ninguna hasta no haberlas visto a todas.
Y
tal como lo habían conversado con anterioridad, no se decidieron hasta ver con
detalles la lista que le habían ofrecido esas inmobiliarias.
Si
bien la que mas les gustó, en cuanto a conservación y decorado, no fue la
elegida por estar lejos del negocio y porque el camino de distancia entre ambos
era en elevada pendiente, no estaban desconformes con la elección. Ambas
viviendas estaban muy próximas tanto entre sí como del local.
Les
llevaría dos días hacer todos los trámites para poder mudarse a ellas por lo
que decidieron buscar un hotel hasta entonces.
Después
de hacer el check in se dirigieron a almorzar. Todos estaban hambrientos,
puesto que habían desayunado muy temprano y solo habían tomado un snack en el
avión y eran casi las cuatro de la tarde.
Después
de eso se dirigirían a la última inmobiliaria para que le hicieran la entrega
de la llave del local. Con esta agencia ya habían cerrado trato por Internet
porque conocían al detalle y personalmente todas las características del lugar
que estaban comprando.
Durante
el almuerzo charlaron y rieron sin parar.
El
entusiasmo y la alegría los desbordaba. Iban a iniciar un nuevo camino,
completamente desconocido para los cuatro, y sentían en sus corazones todas
esas ilusiones típicas de los que emprenden un proyecto en su juventud pensando
que les abrirá el camino de sus vidas.
Que
importancia podía tener la edad! Tenían un proyecto de vida y muchas fuerzas,
voluntad y esperanzas. Confiaban plenamente en que habían tomado la decisión
correcta y que este camino les depararía el éxito que ninguno de ellos había
conseguido hasta entonces.
Estaban
ansiosos por tener en sus manos las llaves. Abrir sus puertas y encontrarse con
lo que sería el comienzo de sus nuevos trabajos.
Ya
habían planeado como dividir las tareas y los horarios pero sabían que todo
estaba sujeto a cambios según las necesidades que se fueran planteando.
Se
habían hecho la promesa de tomar todas las decisiones por votación y no objetar
en ningún caso el resultado. Cuando hubiera empate habría que tratar de
encontrar la forma de dividir las opciones o estudiarlas mas en profundidad
para ver cual podría ser la mejor.
Los
cuatro sabían que ninguno tenía experiencia en el mercado gastronómico y no
obstante ninguno había dudado en realizar este proyecto que había nacido casi
al azar y de una manera tan casual que a veces se cuestionaban como habían sido
capaces de seguir adelante con el mismo, siendo que debido a la edad que
tenían, deberían haber sido mas cautos. Pero este cuestionamiento era solo eso,
un cuestionamiento, pero no una duda sobre lo que estaban haciendo. Era mas
bien una reacción de asombro ante el “no asombro” de hacerlo. Aunque pareciera
contradictorio los cuatro lo veían así. Les asombraba no asombrarse.
Que
era una idea infantil? Si, probablemente era muy infantil.
Que
tal vez era loca? Podría ser que pudiera ser considerada más loca que infantil.
Que
era irracional? Probablemente la palabra irracional borraba las dos anteriores.
Era altamente posible que fuera irracional.
Y
qué? Era la idea de los cuatro y era lo único que valía.
Consideraban
que nunca antes en sus respectivas vidas, se habían sentido tan emocionados
ante un proyecto. Aunque en realidad proyecto, lo que significa tener “un
proyecto”, ninguno de los cuatro había tenido uno antes.
Terminado
el almuerzo se dirigieron a la inmobiliaria en busca de la preciada llave que
les abriera la puerta de su nuevo emprendimiento.
Cuando
por fin quedaron solos, pues el agente inmobiliario ya se había retirado, los
cuatro se miraban unos a otros como si estuvieron presenciando un espectáculo
maravilloso.
Les
esperaba mucho trabajo pero sabían que lo único que no les faltaba a ninguno
era el empuje y las garras para hacerlo.
El
local estaba limpísimo y recién pintado. Daba la sensación de tener una
disposición adecuada para su utilidad, no obstante cada uno quería hacer algún
cambio. Pequeños cambios en realidad, pero era como si sintieran que tenían que
poner su toque personal.
Entre
risas y chistes fueron cambiando la disposición de las mesas y las sillas hasta
encontrar la que fuera aceptada por todos.
Decidieron
cambiar las cortinas y los manteles para que la gente supiera que el bar
estaría atendido por nuevos dueños. Querían que se viera distinto y este era el
cambio más económico.
Se
pusieron de acuerdo en que una tela rayada en color verde no muy brillante
resaltaría sobre el color bordó de los adornos y del bajo mantel.
Averiguaron
donde encargarlas y lo hicieron ese mismo día. Les prometieron que estarían
listas en cuatro días.
Luego
fueron a comprar algunos cuadros para adornar las paredes.
Ya
habían hecho un arqueo de las existencias y habían considerado que por el momento
no era necesario comprar nada más. Ya verían con el correr de los días y una
vez que las cosas comenzaran a funcionar que elementos faltaban.
Preferían
no apresurarse a comprar porque podrían cargarse con cosas que realmente no le
resultaran funcionales o útiles y no querían malgastar el dinero en eso.
Pasaron
los siguientes días averiguando sobre los posibles proveedores y confeccionando
el menú de comidas rápidas. Para esto último, habían estado almorzando y
cenando en distintos lugares de la zona para observar que era lo que mas les
apetecía a los chilenos puesto que eran conscientes que sus gustos tenían
ciertas diferencias con el de los argentinos. Ya lo habían estado haciendo la primera
vez que habían estado en el lugar, cuando tomaron la decisión de comenzar con
el negocio. Ahora estaban completando sus conocimientos.
Compraron
libros de cocina chilena y se abocaron a su lectura. Fueron seleccionando lo
que consideraban más práctico y más apropiado a sus proyectos.
Habían
planeado intercalar algún plato con sabor argentino pero no querían que fueran
demasiados por temor a que no fuera aceptado. Verían con el tiempo si sus
clientes lo aceptaban con gusto para ir aumentándolos.
De
todas formas habían decidido no comenzar con una gran variedad. Ninguno sabía
cuanto tiempo insumiría preparar diferentes platos diarios y temían no poder
hacerlo, por lo menos hasta que la experiencia los ayudara a actuar con
tranquilidad y rapidez.
Cuando
se presentaban estas dudas sentían un poco de aprensión por la tarea emprendida,
pero rápidamente alguno encontraba un chiste que los hacia estallar en una
carcajada y le ponía punto final a la perturbación que se había provocado.
La
mejor en esta tarea era María, tal vez porque la soledad sentimental que había
rodeado su vida le había hecho a encontrar una puerta de escape en estas
salidas graciosas que ocultaban su dolor.
Aunque
a los cuatro les gustaba mucho cocinar y eran muy buenos en el tema habían
decidido que esa sería la tarea de las dos mujeres mientras que los hombres se
encargarían de atender la barra del bar.
También
tuvieron que entrevistar a varias personas para seleccionar a una ayudante de
cocina que además colaborara en el mantenimiento de limpieza y dos camareros.
Decidieron que contratarían a uno de cada sexo. Les parecía que serían menos competitivos
entre si y que además, seria mas agradable a la vista de los clientes.
Le
compraron camisetas de color bordó y lo completaron con pantalones negros para
él, y una pollera del mismo color que llegaba hasta la rodilla, para ella.
Con
el tiempo sabrían si tenían que aumentar el personal pero por el momento
pensaron que sería suficiente, aunque por supuesto todos deseaban que hubiera
que duplicarlos o triplicarlos porque eso significaría que su negocio marchaba
“viento en popa”.
Cuando
las cortinas y los manteles estuvieron listos y colocados en sus respectivos
lugares se sintieron muy conformes con los resultados. El lugar presentaba un
aspecto muy agradable y cálido, tal vez más de lo que habían imaginado cuando
lo eligieron. Realmente se sentían satisfechos de cómo se iban desarrollando
las cosas. No veían la hora de abrir las puertas para ver los resultados.
Cuando
por fin llegó el día de la inauguración estaban tan asustados como estudiantes
que tienen que dar el último examen final para diplomarse.
Habían
preparado un bufete con variedad de platillos para que la gente pudiera probar
la calidad de los alimentos que le ofrecerían a partir del día siguiente. Éste
era ofrecido en forma gratuita a todo aquel que entrara a tomar algo, por eso
pensaron que ese día no podía ser considerado para evaluar la futura clientela.
De
todas formas recibieron mas personas de las que habían imaginado y Teresa y
María, junto a la ayudante de cocina tuvieron que ingeniárselas para preparar a
toda velocidad más platillos.
Terminaron
ese día, exhaustos y contentos. Todos habían elogiado la calidad de los
alimentos ofrecidos y la calidez de la atención.
Aunque
había habido algunos problemas en el servicio habían podido ser solucionados
con rapidez y sin muchos sobresaltos. Los dos camareros habían cumplido con sus
tareas maravillosamente.
Cuando
todos se hubieran ido y todo estaba limpio y ordenado, se sentaron los cuatro
en una mesa y mientras comían fiambre y queso, pues no había sobrado
absolutamente nada de lo preparado, brindaron efusivamente por el comienzo
excelente que habían tenido y se auguraron unos a otros un futuro promisorio.
Tenían
la impresión de tener muchos años menos que cuando partieron de Buenos Aires.
Tan cargados estaban de energía positiva y entusiasmo!
Ya
nada los asustaban. Estaban seguros del éxito y con esa esperanza en el corazón
volvieron cada uno a sus respectivas viviendas.
El
cansancio empezaba a hacerse notar ahora que el relax se estaba adueñando de
ellos. Habían revoleado una moneda para saber quien haría el turno de la mañana
y les toco a Teresa y Daniel