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12 de Mayo, 2010 · General

Dos historias de amores tardíos Cap. 1

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Los cuatro habían llegado a Santiago de Chile muy temprano. Tenían mucho que hacer por eso habían tomado el primer avión que partió de Buenos Aires hacia allá. En el aeropuerto rentaron un auto y se dirigieron inmediatamente a Zapallar.

Aunque ninguno de ellos tenía menos de cincuenta años parecían cuatro adolescentes en busca de aventuras. Estaban tan entusiasmados y ansiosos por empezar la nueva vida que se habían propuesto poco tiempo atrás, que no querían perder ni siquiera un minuto para que este comienzo se pusiera en práctica.

Lo primero que tenían que hacer era ir a las inmobiliarias para alquilar sus viviendas. Ya habían estado en contacto con algunas por Internet pero no quisieron tomar una decisión definitiva hasta ver las propiedades personalmente.

Eso les llevaría una buena parte de la tarde a no ser que la primer propiedad que fueran a ver les resultara de su total agrado, cosa que dudaban porque todos se habían cuestionado no tomar ninguna decisión repentina, por lo que suponían de antemano que no se decidirían por ninguna hasta no haberlas visto a todas.

Y tal como lo habían conversado con anterioridad, no se decidieron hasta ver con detalles la lista que le habían ofrecido esas inmobiliarias.

Si bien la que mas les gustó, en cuanto a conservación y decorado, no fue la elegida por estar lejos del negocio y porque el camino de distancia entre ambos era en elevada pendiente, no estaban desconformes con la elección. Ambas viviendas estaban muy próximas tanto entre sí como del local.

Les llevaría dos días hacer todos los trámites para poder mudarse a ellas por lo que decidieron buscar un hotel hasta entonces.

Después de hacer el check in se dirigieron a almorzar. Todos estaban hambrientos, puesto que habían desayunado muy temprano y solo habían tomado un snack en el avión y eran casi las cuatro de la tarde.

Después de eso se dirigirían a la última inmobiliaria para que le hicieran la entrega de la llave del local. Con esta agencia ya habían cerrado trato por Internet porque conocían al detalle y personalmente todas las características del lugar que estaban comprando.

Durante el almuerzo charlaron y rieron sin parar.

El entusiasmo y la alegría los desbordaba. Iban a iniciar un nuevo camino, completamente desconocido para los cuatro, y sentían en sus corazones todas esas ilusiones típicas de los que emprenden un proyecto en su juventud pensando que les abrirá el camino de sus vidas.

Que importancia podía tener la edad! Tenían un proyecto de vida y muchas fuerzas, voluntad y esperanzas. Confiaban plenamente en que habían tomado la decisión correcta y que este camino les depararía el éxito que ninguno de ellos había conseguido hasta entonces.

Estaban ansiosos por tener en sus manos las llaves. Abrir sus puertas y encontrarse con lo que sería el comienzo de sus nuevos trabajos.

Ya habían planeado como dividir las tareas y los horarios pero sabían que todo estaba sujeto a cambios según las necesidades que se fueran planteando.

Se habían hecho la promesa de tomar todas las decisiones por votación y no objetar en ningún caso el resultado. Cuando hubiera empate habría que tratar de encontrar la forma de dividir las opciones o estudiarlas mas en profundidad para ver cual podría ser la mejor.

Los cuatro sabían que ninguno tenía experiencia en el mercado gastronómico y no obstante ninguno había dudado en realizar este proyecto que había nacido casi al azar y de una manera tan casual que a veces se cuestionaban como habían sido capaces de seguir adelante con el mismo, siendo que debido a la edad que tenían, deberían haber sido mas cautos. Pero este cuestionamiento era solo eso, un cuestionamiento, pero no una duda sobre lo que estaban haciendo. Era mas bien una reacción de asombro ante el “no asombro” de hacerlo. Aunque pareciera contradictorio los cuatro lo veían así. Les asombraba no asombrarse.

Que era una idea infantil? Si, probablemente era muy infantil.

Que tal vez era loca? Podría ser que pudiera ser considerada más loca que infantil.

Que era irracional? Probablemente la palabra irracional borraba las dos anteriores. Era altamente posible que fuera irracional.

Y qué? Era la idea de los cuatro y era lo único que valía.

Consideraban que nunca antes en sus respectivas vidas, se habían sentido tan emocionados ante un proyecto. Aunque en realidad proyecto, lo que significa tener “un proyecto”, ninguno de los cuatro había tenido uno antes.

Terminado el almuerzo se dirigieron a la inmobiliaria en busca de la preciada llave que les abriera la puerta de su nuevo emprendimiento.

Cuando por fin quedaron solos, pues el agente inmobiliario ya se había retirado, los cuatro se miraban unos a otros como si estuvieron presenciando un espectáculo maravilloso.

Les esperaba mucho trabajo pero sabían que lo único que no les faltaba a ninguno era el empuje y las garras para hacerlo.

El local estaba limpísimo y recién pintado. Daba la sensación de tener una disposición adecuada para su utilidad, no obstante cada uno quería hacer algún cambio. Pequeños cambios en realidad, pero era como si sintieran que tenían que poner su toque personal.

Entre risas y chistes fueron cambiando la disposición de las mesas y las sillas hasta encontrar la que fuera aceptada por todos.

Decidieron cambiar las cortinas y los manteles para que la gente supiera que el bar estaría atendido por nuevos dueños. Querían que se viera distinto y este era el cambio más económico.

Se pusieron de acuerdo en que una tela rayada en color verde no muy brillante resaltaría sobre el color bordó de los adornos y del bajo mantel.

Averiguaron donde encargarlas y lo hicieron ese mismo día. Les prometieron que estarían listas en cuatro días.

Luego fueron a comprar algunos cuadros para adornar las paredes.

Ya habían hecho un arqueo de las existencias y habían considerado que por el momento no era necesario comprar nada más. Ya verían con el correr de los días y una vez que las cosas comenzaran a funcionar que elementos faltaban.

Preferían no apresurarse a comprar porque podrían cargarse con cosas que realmente no le resultaran funcionales o útiles y no querían malgastar el dinero en eso.

Pasaron los siguientes días averiguando sobre los posibles proveedores y confeccionando el menú de comidas rápidas. Para esto último, habían estado almorzando y cenando en distintos lugares de la zona para observar que era lo que mas les apetecía a los chilenos puesto que eran conscientes que sus gustos tenían ciertas diferencias con el de los argentinos. Ya lo habían estado haciendo la primera vez que habían estado en el lugar, cuando tomaron la decisión de comenzar con el negocio. Ahora estaban completando sus conocimientos.

Compraron libros de cocina chilena y se abocaron a su lectura. Fueron seleccionando lo que consideraban más práctico y más apropiado a sus proyectos.

Habían planeado intercalar algún plato con sabor argentino pero no querían que fueran demasiados por temor a que no fuera aceptado. Verían con el tiempo si sus clientes lo aceptaban con gusto para ir aumentándolos.

De todas formas habían decidido no comenzar con una gran variedad. Ninguno sabía cuanto tiempo insumiría preparar diferentes platos diarios y temían no poder hacerlo, por lo menos hasta que la experiencia los ayudara a actuar con tranquilidad y rapidez.

Cuando se presentaban estas dudas sentían un poco de aprensión por la tarea emprendida, pero rápidamente alguno encontraba un chiste que los hacia estallar en una carcajada y le ponía punto final a la perturbación que se había provocado.

La mejor en esta tarea era María, tal vez porque la soledad sentimental que había rodeado su vida le había hecho a encontrar una puerta de escape en estas salidas graciosas que ocultaban su dolor.

Aunque a los cuatro les gustaba mucho cocinar y eran muy buenos en el tema habían decidido que esa sería la tarea de las dos mujeres mientras que los hombres se encargarían de atender la barra del bar.

También tuvieron que entrevistar a varias personas para seleccionar a una ayudante de cocina que además colaborara en el mantenimiento de limpieza y dos camareros. Decidieron que contratarían a uno de cada sexo. Les parecía que serían menos competitivos entre si y que además, seria mas agradable a la vista de los clientes.

Le compraron camisetas de color bordó y lo completaron con pantalones negros para él, y una pollera del mismo color que llegaba hasta la rodilla, para ella.

Con el tiempo sabrían si tenían que aumentar el personal pero por el momento pensaron que sería suficiente, aunque por supuesto todos deseaban que hubiera que duplicarlos o triplicarlos porque eso significaría que su negocio marchaba “viento en popa”.

Cuando las cortinas y los manteles estuvieron listos y colocados en sus respectivos lugares se sintieron muy conformes con los resultados. El lugar presentaba un aspecto muy agradable y cálido, tal vez más de lo que habían imaginado cuando lo eligieron. Realmente se sentían satisfechos de cómo se iban desarrollando las cosas. No veían la hora de abrir las puertas para ver los resultados.

Cuando por fin llegó el día de la inauguración estaban tan asustados como estudiantes que tienen que dar el último examen final para diplomarse.

Habían preparado un bufete con variedad de platillos para que la gente pudiera probar la calidad de los alimentos que le ofrecerían a partir del día siguiente. Éste era ofrecido en forma gratuita a todo aquel que entrara a tomar algo, por eso pensaron que ese día no podía ser considerado para evaluar la futura clientela.

De todas formas recibieron mas personas de las que habían imaginado y Teresa y María, junto a la ayudante de cocina tuvieron que ingeniárselas para preparar a toda velocidad más platillos.

Terminaron ese día, exhaustos y contentos. Todos habían elogiado la calidad de los alimentos ofrecidos y la calidez de la atención.

Aunque había habido algunos problemas en el servicio habían podido ser solucionados con rapidez y sin muchos sobresaltos. Los dos camareros habían cumplido con sus tareas maravillosamente.

Cuando todos se hubieran ido y todo estaba limpio y ordenado, se sentaron los cuatro en una mesa y mientras comían fiambre y queso, pues no había sobrado absolutamente nada de lo preparado, brindaron efusivamente por el comienzo excelente que habían tenido y se auguraron unos a otros un futuro promisorio.

Tenían la impresión de tener muchos años menos que cuando partieron de Buenos Aires. Tan cargados estaban de energía positiva y entusiasmo!

Ya nada los asustaban. Estaban seguros del éxito y con esa esperanza en el corazón volvieron cada uno a sus respectivas viviendas.

El cansancio empezaba a hacerse notar ahora que el relax se estaba adueñando de ellos. Habían revoleado una moneda para saber quien haría el turno de la mañana y les toco a Teresa y Daniel

 


publicado por anaverna a las 14:55 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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