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12 de Mayo, 2010 · General

Dos historias de amores tardíos Cap. 4

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Jorge y María eran amigos desde el colegio primario. Juntos hicieron también el colegio secundario. Eran capaces de contarse las cosas más íntimas sin sentir vergüenza el uno del otro. Se conocían tanto entre si como a si mismos.

María sabía desde muy jovencita, por no querer exagerar y decir desde niña, que amaba a Jorge con todo su corazón. Pero también sabía que Jorge sólo la quería como su amiga.

Por eso jamás le dejó entrever sus sentimientos. Era lo único que le ocultaba.

Convencida que jamás sería su pareja en la vida, quería mantener su amistad por sobre todas las cosas. De haber hecho la más minima insinuación, Jorge comenzaría a reaccionar distinto frente a ella y eso era algo que ella se había propuesto evitar a toda costa.

Así que se limitó a escuchar de él todas las conquistas que hacia. Sus éxitos y sus fracasos. Y siempre lo apoyó.

Él le había preguntado muchas veces que le pasaba y porque no quería salir con nadie.

-Tan difícil es conquistar tu corazón- le preguntaba en tono burlón sin sospechar siquiera que su corazón era absolutamente de su dominio.

-Es que no he encontrado a nadie hasta la fecha que haya logrado conquistarlo- le respondía siempre María – Soy joven todavía no veo porque tengo que apurarme-.

-Sólo porque es mas agradable estar en pareja que en soledad—le decía sonriente Jorge- yo me siento tan solo cuando no la tengo que no puedo evitar en cuanto pierdo una, salir a buscar un reemplazo y tratar de encontrarlo lo mas rápido que pueda-.

-Gracias por la parte que me corresponde de tu soledad- le dijo entre triste y burlona María – Pensé que mi compañía no te permitía sentirla, al igual que la tuya no me lo permite a mi-.

-No seas tan sensible María- No me refería a estar solo como persona. Por supuesto que tu compañía no me permite estarlo en ningún momento. Me refería a estar solo en el momento de sentir necesidades de caricia y sexo. No me gusta mucho tener relaciones casuales. Soy de esas personas que son muy enamoradizas, pero que necesitan una persona que realmente le interese para estar a su lado-.

-Lo se- dijo María riéndose- fue solo una broma-.

Jorge siguió teniendo muchas parejas, ninguna de ellas muy duraderas. Pero siempre disfrutó de cada una de ellas mientras estaban juntos. Él nunca dejó de regocijarse de su sentimiento enamoradizo, como el mismo había definido en una oportunidad.

María intentó en algunas oportunidades tener una pareja estable, sabiendo a conciencia que jamás dejaría de querer a Jorge pero que no tenía sentido que su vida transcurriera por siempre en soledad, pero nunca lo logró.

Cuando Jorge conoció a la que sería su esposa, María, inmediatamente presintió que ésta sería la mujer con la que se casaría, y que por supuesto no se equivocó. Desde un primer momento quiso transformarse en su amiga. No quería que su relación con él se viera alterada por los celos de ella.

Y con el tiempo llegó a quererla como tal.

Cuando planearon el casamiento, ella le pidió que fuera su testigo de civil lo que María aceptó sin dudar.

Luego, cuando llegó el primer hijo le pidió que fuera su madrina, a lo que también esta vez dijo que si. Tenia la sensación de que ser la madrina del hijo del hombre que amaba la hacía sentir un poco madre de él.

Ella no perdía las esperanzas de encontrar a alguien a quien amar, no con la intensidad que amaba a Jorge. pero con el suficiente cariño como para formar una pareja, pero a medida que el tiempo pasaba y esto no sucedía, se fue abocando cada vez mas a su ahijado, sintiendo que probablemente, el amor hacia este niño, sería lo mas parecido al amor maternal que ella podría sentir en su vida.

Durante todo el período que duró el matrimonio de Jorge, que fue cerca de veinte y cinco años, ella tuvo varias parejas pero con ninguna se animó a formalizar. En dos oportunidades le pidieron matrimonio pero ella consideraba que era una determinación demasiado importante sabiendo por anticipado, que era un error aceptar la proposición.

Cuando Jorge decidió separarse de su esposa de común acuerdo, ella volvió a ser el remanso para sus infortunios y nuevas citas. Siempre estuvo a su lado para escucharlo y siempre encontró una palabra de apoyo cuando se sintió triste.

Jorge ya no sentía esos enamoramientos pasajeros con tanta facilidad como en su juventud.

Esa tarde vino a casa de María porque se sentía muy triste por no encontrar una nueva pareja, y porque seguía sintiendo la necesidad de tener a alguien a su lado, no sólo para tener relaciones sexuales, sino para compartir la vida.

-Realmente me avergüenza un poco decirte que a esta edad me siento tan triste por estar sin pareja- le dijo muy apenado Jorge- Pero de verdad no he nacido para estar solo. No entiendo como tú puedes lograrlo y de todas maneras sentirte feliz y realizada. Me tendrías que dar tu receta-.

-Y cuándo te he dicho que me sentía feliz y realizada?- le preguntó asombrada María.

-No, no me lo has dicho, pero como nunca te quejas de tu soledad, yo suponía que debía ser que se debía a que no era tan pesada para ti, y que logras encontrar en las otras cosas que te ofrece la vida, el motivo suficiente para ser feliz- le aclaró Jorge.

-Pues no sabes que lejos estas de la realidad!- le dijo con cierta amargura María quien sentía que le estaba costando un gran esfuerzo encontrar las palabras para seguir la conversación, pues estaba sintiendo en su garganta un sollozo ahogado.

-Nunca pude entender cómo es posible que siendo tan linda, simpática e inteligente como eres, no hayas encontrado a alguien con quien formar tu hogar-.

-Tal vez porque mi corazón está cerrado a todos los hombres- le dijo María sintiendo que no iba a poder reprimir el llanto- Tal vez porque se lo entregué a alguien que nunca se enteró que era su dueño y que por ese motivo, jamás me lo ha devuelto-.

-Nunca me habías comentado nada al respecto- le dijo Jorge extrañado- y puedo saber quien es ese hombre?-.

María ya no pudo soportar reprimir las lágrimas e irrumpió a llorar desconsoladamente.

Por favor María- dijo Jorge sumamente apenado por sentirse responsable con su pregunta de lo que le estaba pasando a su amiga- Jamás quise hacerte daño, lo sabes bien, verdad?. Perdóname si he sido indiscreto con la pregunta-.

-María le hacia señas con sus manos de que no sin decir palabras, pues no podía emitir ninguna, que no se preocupara por ella.

Él, al ver que seguía llorando se acercó a ella y la abrazó con fuerza.

-Dime cómo puedo ayudarte a calmar tu llanto?- le preguntó Jorge- Jamás te había visto así en mi vida y no se como reaccionar ni que puedo decirte-.

Al tiempo que iba diciendo estas palabras comenzó a besarle los cabellos, luego las mejillas y casi sin darse cuenta rozó sus labios.

María, que en un principio se quedó quieta con el beso, luego de unos segundos, en un arranque contenido durante muchos años le devolvió su gesto, con uno apasionado.

Jorge le respondió de la misma manera y pocos minutos después estaban los dos desnudos tendidos en la cama de su cuarto.

Luego de amarse repetidamente estaban ambos tendidos en la cama con la sensación de haberse encontrado el uno al otro por primera vez.

-Cómo no he podido darme cuenta durante todos estos años del amor que sentías por mi?- le preguntó con total asombro Jorge- Cómo he podido ser tan ciego?

-Tal vez porque me querías mucho como amiga y pensabas que a mi me pasaba lo mismo y nunca se te ocurrió cuestionarte que podría haber otra cosa en mis pensamientos- le dijo María quien ya no tenia ningún temor de expresar sus sentimientos.

-Se que no somos jóvenes- le dijo Jorge- Se que es tarde para reparar el daño que te he hecho. Que ya no podemos pensar en una familia con hijos. Pero tengo la firme convicción de desear con todo mi corazón, de querer dedicarte el resto de mi vida a brindarte un poco de esa felicidad que te he robado sin querer durante todos estos años-.

-Tu no me la robaste- le dijo María- En todo caso la que tiene que cuestionarse por todos estos años de soledad soy yo, por no haberme animado a hablar jamás de mis sentimientos hacia ti. Es que no quería que nada me alejara de ti y siempre supe que nunca dejarías de mirarme como a tu mejor amiga, y no como a una mujer con la que pudieras tener una relación amorosa-

.-Ya ves cuán equivocada estabas!. Hoy me has hecho sentir mas hombre de lo que nunca lo había sido- le dijo Jorge con extrema sinceridad- Nunca antes había sentido lo que acabo de vivir gracias a ti-.

-Tampoco yo había gozado antes de una relación sexual como lo he hecho esta tarde- le dijo María con lágrimas en los ojos- Me has hecho sentir una mujer total por primera vez en mi vida-

-De ahora en mas vamos a tratar de recuperar el tiempo perdido- le dijo sonriente Jorge mientras comenzaba a besarla nuevamente.

Se volvieron a dejar arrastrar por la pasión.

 

C

publicado por anaverna a las 14:59 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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