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12 de Mayo, 2010 · General

Dos historias de amores tardíos Cap. 5

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Teresa y Daniel estaban haciendo los trámites en el aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza en Buenos Aires. En una hora embarcarían en el avión que los llevaría a Santiago de Chile. Allí lo esperaban representantes de la agencia de turismo con la que habían contratado el viaje y que los llevaría a Valparaíso de donde iba a partir un crucero que, luego de hacer escalas en dos puertos mas de Chile, en Perú, en Ecuador, Costa Rica, y en las Islas Caiman, llegarían a Miami luego de haber cruzado el canal de Panamá. De allí volarían de regreso a Santiago de Chile.

Habían decidido quedarse una semana conociendo Chile y sus hermosas playas una vez terminado el crucero.

María y Jorge estaban haciendo los mismos trámites.

Una vez ubicados en el avión Jorge y Daniel se sentaron en los asientos del pasillo en la misma fila. No se conocían pero empezaron a hablar aún antes de que el avión partiera.

Cuando tomaron conciencia de que ambos harían el mismo crucero se lo comentaron a sus esposas.

No pasó mucho tiempo hasta que los cuatro estaban hablando animadamente como si se conocieran desde hacia años. Ninguno sabía entonces que esa amistad iba a ser tan perdurable y que les iba a cambiar tanto sus vidas.

Cuando llegaron a Santiago y luego de recoger sus valijas se dirigieron los cuatro al agente turístico. Subieron a una Van y se dirigieron a Valparaíso.

Embarcaron los cuatro juntos y una vez finalizado los trámites, cada cual se dirigió a su camarote que, aunque no pudieran creerlo estaban en el mismo nivel y relativamente cerca.

Compartieron todas las actividades del crucero juntos.

El día que cruzaron el canal de Panamá, en la fiesta dedicada a Neptuno o Poseidón en la mitología griega, el rey de los Océanos, los cuatro se disfrazaron y bailaron toda la noche sin parar disfrutando del show ofrecido. Luego se tiraron vestidos a la piscina, inmediatamente después de haber sido bautizado por el Rey Neptuno, para completar el ritual.

Al final recibieron un diploma que los acreditaba haber cruzado el canal y haber recibido el bautismo del Rey de los Océanos.

Cada vez que tocaban puerto, rentaban un taxi y se iban a recorrer el lugar.

Los cuatro habían encontrado muchas coincidencias personales.

Empezando con que siendo todos mayores de 50 años estaban de luna de miel. Que le habían asignado los asientos en el avión en la misma fila. Que sus camarotes estaban contiguos. Que los cuatro tenían el diploma por haber cruzado el canal el mismo día, etc

Todas esas coincidencias les parecían graciosas y extrañas y no dejaban de hacer referencias a las mismas. Daniel como siempre estaba convencido desde el principio que no se trataban de simples referencias sino de las manos del destino que por algún motivo, que todavía desconocían, los habían reunido.

Los otros tres se reían a carcajadas cada vez que Daniel comentaba esto.

-Ríanse. Había dicho Daniel en mas de una oportunidad con cierto aire de enojo al ver que nadie creía en sus palabras- el tiempo dirá si yo tengo o no razón.

Teresa tampoco creía en mis palabras el día que nos conocimos y luego ha tenido que aceptarlas. Lo mismo les pasará a ustedes.

-Lo que no podemos negar- le había respondido Teresa- es que todas estas coincidencias han dado origen a una hermosa amistad que espero de todo corazón, no se termine cuando volvamos a Argentina-.

Los cuatro se habían prometido seguir viéndose con frecuencia a sus regresos, aun cuando vivían bastante alejados unos de los otros (aquí no había habido coincidencia). Pero estas promesas suelen hacerse en las excursiones y raramente luego se llevan a la práctica. Sólo que en esta oportunidad las coincidencias de gustos y opiniones de los cuatro era realmente abrumadora.

Cuando estuvieron de vuelta en Santiago, Teresa y Daniel se quedarían como estaba decidido una semana más en Chile.

Cuando María y Jorge se enteraron de esto, decidieron también ellos cambiar la fecha de sus pasajes de regreso a Buenos Aires y seguir disfrutando de su luna de miel junto a esta pareja con la que se sentían realmente unidos.

Apenas llegaron a Santiago rentaron un auto por toda la semana. De esta manera podrían desplazarse con comodidad y en los horarios que mas les gustasen sin depender de los estrictos manejos que tienen las excursiones organizadas.

También podían optar por quedarse en un lugar, si así lo decidían sobre la marcha, mas tiempo del planeado sin tener que seguir el rumbo pre planificado por las agencias.

Tal vez era más engorroso porque tenían que manejar, pero los cuatro eran buenos conductores y podían intercambiarse permanentemente, con lo que no se transformaba en una tarea agobiadora.

Así fueron recorriendo todos los puntos que les habían aconsejado. Cuando llegaron a Zapallar, faltando solo dos días para regresar a Buenos Aires se enamoraron del lugar y su gente.

Estaban sentados en la mesa de un bar disfrutando de una cerveza acompañada de platillos típicos del lugar, cuando observaron que en un bar, próximo al que estaban, había un cartel que decía: Dueño traspasa local completo. Tratar en……y daba dirección y teléfono.

El primero en ver el cartel fue Jorge quien se lo mostró a Daniel. Al oír el comentario Teresa y María giraron su vista hasta el lugar.

-Díganme si no sería una idea fantástica que los cuatro nos hiciéramos dueños de ese local. Lo trabajaríamos juntos y dedicaríamos el resto de nuestras vidas a gozar de la serenidad y belleza de este lugar- dijo Daniel extasiado y casi sin pensar en lo que estaba diciendo.

-Me parecería una idea fantástica- dijo inmediatamente María- de esta forma no sólo viviríamos esta nueva etapa, que ha llegado a nosotros con nuestro reciente casamiento, sino también lo haríamos teniendo toda una forma de vida diferente a la que tuvimos hasta la fecha-

-Pero nuestra familia está en Buenos Aires- dijo Teresa melancólica- Yo no podría ver a mis hijos y nietos con regularidad-.

-Pero en cambio- respondió tajante Daniel- ellos tendrían un lugar gratis para venir de vacaciones cuantas veces quisieran o pudieran hacerlo. Estoy seguro que esos encuentros espaciados tendrían una validez tan especial que compensaría perfectamente la continuidad de la rutina de verse siempre-.

-A ti te parece mas lógico- le interrumpió Teresa un poco enojada- porque tu relación con tus hijos no es muy buena.

Pero la mía con ellos es perfecta. Yo estoy acostumbrada a verlos todos los fines de semana y en cada fiesta familiar. Así, los vería una o dos veces por año, cuando ellos pudieran venir y alguna vez que pudiéramos ir nosotros, porque si vamos a estar a cargo de un negocio, no creo que resulte muy simple abandonarlo para irnos de vacaciones-.

-Y por supuesto que no lo abandonarías- le respondió Jorge. -Tenemos la ventaja de ser dos parejas. Cada vez que una quiera irse de vacaciones la otra debe comprometerse a trabajar a tiempo completo. Tarea un poco pesada tal vez, pero que nos daría una libertad que no lograríamos conseguir jamás con nuestros trabajos. La idea me esta pareciendo sensacional. Hace tanto tiempo que quiero cambiar de trabajo!-

-Yo nunca he pensado en cambiar mi trabajo- dijo Teresa reticente- Amo mi profesión, la he amado siempre. Jamás me he cansado de profesarla-.

-Yo, no puedo decir que no me gusta mi profesión- dijo María- siempre la he ejercido con alegría. Pero esta idea de hacer un vuelco total en mi vida hoy, que me siento por fin por primera vez intensamente realizada, me gusta mucho-.

-También a mi- dijo Jorge con alegría y entusiasmo como si ya fuera un hecho que iban a hacerse cargo del negocio.

Y aunque Teresa no estaba muy contenta con la idea, decidieron ese mismo día conectarse con el dueño y averiguar sobre las condiciones del local.

En cuanto pudieron hablar con el mismo, fueron a ver el local y los cuatro se quedaron encantados. Era un lugar coqueto y acogedor, aunque Teresa seguía diciendo que ella no quería dejar a su Buenos Aires querido, ni a sus hijos y nietos.

-Piensa en lo maravilloso que va a ser, vernos envejeciendo juntos, a orillas del mar y de estas maravillosas y tranquilas playas- dijo Daniel con dulzura mientras la miraba tiernamente a los ojos- Piensa en como vas a disfrutar al ver correr en ellas a tus hijos y nietos cada vez que vengan a visitarte.

Sabes bien que la condición económica de cualquiera de nosotros no es tan buena como para poder darnos el lujo de tener este tipo de vacaciones con frecuencia. Pero en este caso sólo tendrían que pensar en el gasto del pasaje.

Piensa cuando ellos vayan creciendo y nos “ayuden” en la tarea de atender el bar, cosa que estoy seguro les encantará.

Ojala pudiera decir lo mismo de mis nietos. No puedes imaginarte con que gusto me haría cargo de ellos durante un mes mientras sus padre se toman vacaciones como tales!

No sabes lo que daría por verlos corretear en la playa mientras me gritan : Abuelo, ven con nosotros al mar!. Se que eso no es posible en mi caso, pero si lo es, en el tuyo. No deberías dejar de pensar en ello. No deberías decirle que no a esta oportunidad que te regala la vida-.

Teresa veía a los tres tan entusiasmados con una idea que había nacido de la nada y que ya la estaban viviendo como una realidad, que no podía dejar de sentirse arrollada por dicho espíritu.

Poco a poco en unas cuantas horas, se fue convenciendo que ni ella dejaría de querer a sus hijos y nietos, ni ellos se olvidarían de su madre y abuela porque estuvieron viviendo a unos cuantos kilómetros de distancia.

Daniel no dejaba de encontrar cosas positivas en el cambio. Y ellas las estaba aceptando con naturalidad.

Cuando se fueron de Zapallar, casi tenían cerrado el trato con el dueño del bar. Sólo faltaba que cada uno vendiera su propiedad para tener el dinero suficiente para emprender el negocio, cosa que resultó muy simple pues en esos momentos, por una rara casualidad que Daniel jamás hubiera considerado como tal, sino como parte de lo que el destino le tenía reservado, la compra-venta inmobiliaria estaba en auge en Argentina.

Así fue como la vida de los cuatro comenzó de nuevo, pese a que ninguno de ellos tenía menos de cincuenta años.

 

 

 

publicado por anaverna a las 15:00 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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